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Por Joaquín Guerra

EMELY GUERRERO: “ESTOY SEGURA QUE TODO VA A ESTAR BIEN”

A pesar de los obstáculos, Emely Guerrero logró establecerse en la Argentina y comenzar una nueva vida.

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Emely Guerrero llegó a Argentina con 160 dólares y un sueño que todavía está por cumplirse (Fuente: JG).

“Es como meter tu vida en dos maletas”, cuenta Emely Guerrero mientras baja la mirada y  acomoda sus anteojos, sentada en uno de los bancos de Unicenter situado frente al puesto de la heladería Guapaletas.

Emely tiene 28 años. Creció en Caracas, Venezuela. Estudió diseño gráfico en la Universidad José María Vargas, donde descubrió su pasión por las animaciones. Trabajó durante cuatro años en un canal del estado llamado Vive TV. Sin embargo, lo que comenzó como un canal con contenido cultural terminó siendo propaganda política. Fue por esto que decidió renunciar y buscar un nuevo trabajo. Consiguió rápidamente lugar en un laboratorio, donde realizaba tareas de diseño y ayudaba en lo que le pidieran. Permaneció allí hasta sus últimos días en Venezuela.

La situación en el país bolivariano empeoraba constantemente. La moneda nacional perdía valor y a su vez la inseguridad crecía. Decidió comenzar a ahorrar parte de su sueldo con la idea de salir del país. “Un primo me dijo que en la Argentina se podían realizar rápido los trámites de documentación para trabajar”, explicaba Emely mientras recordaba las razones por las cuales vino al país, resaltando que esa era una de las más importantes. Realizó la solicitud de DNI en octubre de 2017 y para el 13 de noviembre ya lo tenía en mano.

Únicamente con 160 dólares en el bolsillo, una cámara y su computadora; partió en colectivo. De frontera en frontera, empezando por Colombia. Continuó con Ecuador, Perú, Chile y por último Argentina. El viaje duró ocho días en total. Para conseguir llegar a destino tuvo que vender sus posesiones en el camino.

Durante sus primeros tres meses en Buenos Aires trabajó en un pequeño local de Once. “Trabajé con unos peruanos y fue horrible, un muy mal trato. Hacía 11 horas diarias y me pagaban casi dos mil pesos por semana”, recuerda Emely. Ella sabía que tenía que aguantar la situación hasta que le llegara el DNI. Recién ahí podría conseguir un trabajo en blanco. Mientras tanto, compartió una residencia con tres desconocidos en Almagro. “Apenas me llegó el documento comencé a buscar un nuevo lugar donde trabajar”, comentó Emely. Así fue como llegó a ser una vendedora de helados en el puesto de Guapaletas, Unicenter.

Le sorprendió que en Argentina siga habiendo vida en las calles siendo las 11 de la noche. “A las 7 de la tarde, en Venezuela, ya está oscuro y tienes que estar en tu casa”, lamentaba Emely.

Sus papás, separados, y sus cuatro hermanos permanecen por el momento en Venezuela. Ella intenta enviarles siempre parte del dinero que gana en Argentina. Espera poder traerlos al país para alejarlos de tanta inseguridad e inestabilidad. Gracias a las redes sociales ella puede mantenerse en contacto con ellos. “Mi familia me motiva a seguir luchando. Estoy segura que todo va a valer la pena”, afirmó Emely dejando escapar una sonrisa.

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